Alfonso García Oliva se estableció como luthier en 1987, creando en Cantabria su propio taller, donde recupera técnicas y materiales tradicionales para construir instrumentos musicales antiguos, que prácticamente ya es imposible encontrar en los circuitos comerciales. Trabaja con maderas locales y ocasionalmente con maderas exóticas, siempre que se pueda asegurar su procedencia ecológica. Por las mismas razones, no utiliza el marfil en sus creaciones, que incluyen instrumentos de viento, como las flautas de pico basadas en flautas medievales, los de cuerda, como las zanfoñas, rebeles y fídulas, violas de teclas, pochettes, clarsachs, kanteles y otros muchos instrumentos prácticamente olvidados en la actualidad, que elabora de forma manual tras una cuidadosa selección de las maderas en función de su rendimiento acústico y mecánico.

Su interés en mantener vivo este antiguo oficio, así como recuperar sus creaciones, que tienen más de arte que de tecnología, le ha llevado asimismo a ofrecer cursos de luthería en su propio taller mediante un sistema de formación dual en el que combina la práctica con el aprendizaje de las técnicas del este complejo oficio.

Como artesano integral, Alfonso García Oliva también crea objetos de arquería (arcos y flechas, carcajes), cuero y piel (bolsos, zapatos, prendas de vestir, etc.) y atiende peticiones de encargos sobre instrumentos específicos que puedan realizar personas o instituciones.